Correr 8km. en total en una pista de atletismo el último día de julio a primera hora de la mañana parece una tarea fácil, pero os aseguro que me ha costado (y no me avergüenzo por reconocerlo).
Vamos por partes, la idea era correr esa distancia de una vez, sin importar ritmos.
Pongo en marcha el Garmin y a trotar, ritmos suaves, aunque algo mejores que los dos últimos días, me quiero centrar en la distancia, pero es inevitable parar a beber, así entre unas cosas y otras acabo un 5000, me faltan 3km. de nada pero me da la sensación que es todo un mundo.
Sería una lástima no ser capaz de cumplir con lo que había pensado para este mes (incluso en ese momento me planteo salir por la tarde para acabarlo… ¿pero qué estoy diciendo? ¡son sólo 3km.!
Me tomo mi tiempo para reposar, beber agua y elegir canciones de alguna playlist que tengo por ahí guardada para series y cosas así.
Volvemos al lío, me salen 2km. seguidos, ritmo de 5’/km. arrastrándome por el tartán de la pista.
Vuelvo a parar, venga va un 1000, dos vueltas y 200 metros, eso no es nada, lo corro a ritmo de 4’43’… estiramientos y se acabó.
El calor, la humedad no sé si me están ayudando a recuperar la forma o si se trata de un suplicio innecesario, pero creo que en cuanto tenga temperaturas más agradables lo notaré.
Me queda trabajo por hacer y el esfuerzo es ahora mismo importante, saber cómo debo entrenar para no decaer.
Me espera un mes de agosto en el que comienzo de nuevo con trabajo cruzado y un aumento de la distancia, para volver a vivir de nuevo toda la emoción de las carreras en el mes de septiembre…