Si hace dos meses me hubieran dicho que sería capaz de correr la Sant Silvestre de Reus de este año hubiera respondido que no…
Y es que he estado dos meses con esa sensación de no saber exactamente qué pasaría con mi rodilla, y que ha tenido finalmente un desenlace feliz.
No voy a negar que una parte de mí estaba con algo de miedo y que ni siquiera sabía en qué condiciones haría la carrera, pero creo que lo más importante sin duda era disfrutar, y eso es lo que he hecho.
Además no he sentido molestias de ningún tipo al correr, he comenzado algo prudente, con esa sensación de que todo podría torcerse, pero poco a poco me he dado cuenta de que está todo ok, de que podía aguantar, he ido de menos a más, y al final me ha dado para esprintar en la recta final.
En definitiva, una vez más acabo el año corriendo… viva el running!