Típico día primaveral con chubascos, de esos que no sabes si ponerte un chubasquero o ir con camiseta de tirantes, porque la temperatura puede cambiar radicalmente en cuestión de minutos.
La pista de atletismo completamente vacía a las 7 de la mañana, parece que no invita demasiado a entrenar, todavía no llueve, cae alguna que otra gota tímida, no acaba de arrancar, y la temperatura es muy agradable.
Comienzo a trotar, hoy con mis Joma Storm Viper, buscando ritmos un poco más vivos que los que estoy haciendo últimamente, aunque esta vez he tenido que ir parando de vez en cuando, no hay problema, sigo avanzando, es una cuestión de perseverancia, de ir día a día, partido a partido…
La lluvia comienza a apretar… se me eriza absolutamente todo el pelo de mi cuerpo, el subidón es tremendo, es indescriptible el placer que se siente al correr bajo la lluvia, la sensación de libertad que se siente, el momento en el que suena algún temazo en tu viejo (pero todavía funcional) iPod Nano, y decides acabar la última vuelta un poco al sprint.
Por cierto, sigo siendo un poco lento si me comparo con lo que hacía antes de la operación, pero más rápido que la semana pasada, voy por buen camino.
Otro entreno de esos que solamente recordaré yo pero que me llena de energía para afrontar una jornada que será igualmente emocionante a nivel profesional.